Caleb Donovan regresó esa tarde como siempre, agotado, distraído, cargando una soledad que el dinero jamás conseguía silenciar del todo.
Aflojó la corbata al cruzar el gran vestíbulo de su mansión en Connecticut, sin notar el mármol ni las luces de diseño.
Nada de eso importaba ya, porque el lujo no calentaba un hogar cuando la pérdida lo había congelado todo.
Caminó por el pasillo largo hacia el cuarto de su hijo, el único lugar que todavía tenía significado real.
A mitad de camino se detuvo en seco, porque oyó música suave, delicada, casi juguetona, viniendo del almacén del fondo.
Esa habitación debía estar cerrada, oscura y muda, pero la puerta estaba entreabierta y una luz tibia se derramaba afuera.
Caleb se acercó, y cada paso se volvió más lento, como si el aire se espesara con una advertencia invisible.
Por la rendija vio algo que casi lo arrodilló: Julia Reyes, contratada para limpiar, sostenía las manos de Landon.
Landon tenía once años, y los médicos insistían que jamás volvería a ponerse de pie, como si fuera una sentencia definitiva.
Pero Landon estaba de pie, temblando, sudando, apoyándose con fuerza en los brazos de Julia, aunque el esfuerzo lo quebraba.
Julia guiaba sus pies con pasos pequeños, más terapia que baile, envuelta en risas y frases cálidas que sostenían su ánimo.
El rostro de Landon se tensó por el dolor, y luego apareció una sonrisa real que Caleb no veía desde hacía dos años.
“Uno, dos… lo estás logrando, Landon… perfecto”, susurró Julia, como si cada palabra fuera un puente hacia la vida.
Caleb retrocedió, se pegó a la pared del pasillo, y su corazón golpeó con fuerza, mezclando shock, esperanza y furia.
No sabía qué lo asustaba más: ver lo imposible, sentir ilusión, o notar que alguien más estaba salvando a su hijo.
¿Por qué esa mujer hacía trabajo físico con Landon, y por qué nadie le dijo que su hijo podía levantarse aunque fuera así?
Aún no lo sabía, pero ese instante robado, visto por una puerta a medias, encendería una transformación impensable.
Desde fuera, Caleb era el sueño americano: CEO multimillonario de Donovan Builders, proyectos premiados en Chicago y Nueva York
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