Fui contratado para cuidar de una tumba anónima durante cinco años. Ningún familiar apareció jamás… hasta el día en que vi la foto en la lápida: era una foto mía de cuando era niño. – Page 4 – Recette
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Fui contratado para cuidar de una tumba anónima durante cinco años. Ningún familiar apareció jamás… hasta el día en que vi la foto en la lápida: era una foto mía de cuando era niño.

Ya no era el “cuidador de tumbas”. Era el hijo de un héroe, que había encontrado al padre que creía perdido, no a través de la verdad de su muerte, sino a través del más noble de los sacrificios.

Regresó al panteón por última vez. Encendió una veladora, inclinándose ante la Tumba Sin Nombre.

“Papá Arturo. Perdóname por haberte odiado. Gracias por protegerme. A partir de ahora, yo te cuidaré.”

Santiago decidió mantener el secreto. La Tumba Sin Nombre seguiría siendo anónima para el mundo. Pero para él, era la tumba de su padre. Y seguiría cuidándola, no por dinero, sino por amor.

La foto del niño de 5 años seguía sonriendo bajo el sol del atardecer. Esa sonrisa ahora tenía un nuevo significado: la sonrisa de una vida que fue comprada con todo el sacrificio del amor de un padre.

 

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