“Mi sobrino de seis años saltó sobre mi estómago, riendo y gritando: ‘¡Sal, bebé! ¡Rápido!’. Un dolor agudo me atravesó y, en ese momento, se me rompió la fuente. Al ver esto, mi suegra y mi cuñada estallaron en carcajadas. Desesperada, agarré mi teléfono para llamar a mi esposo. Pero al instante siguiente, sucedió algo terrible…” – Recette
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“Mi sobrino de seis años saltó sobre mi estómago, riendo y gritando: ‘¡Sal, bebé! ¡Rápido!’. Un dolor agudo me atravesó y, en ese momento, se me rompió la fuente. Al ver esto, mi suegra y mi cuñada estallaron en carcajadas. Desesperada, agarré mi teléfono para llamar a mi esposo. Pero al instante siguiente, sucedió algo terrible…”

“Mi sobrino de seis años saltó sobre mi estómago, riendo y gritando: ‘¡Sal, bebé! ¡Rápido!’. Un dolor agudo me atravesó y, en ese momento, se me rompió la fuente. Al ver esto, mi suegra y mi cuñada estallaron en carcajadas. Desesperada, agarré mi teléfono para llamar a mi esposo. Pero al instante siguiente, sucedió algo terrible.

Me llamo Emily Carter, y esto sucedió durante las últimas semanas de mi embarazo. Tenía treinta y ocho semanas, estaba agotada pero aún tenía la esperanza de que el bebé llegara en paz. Esa tarde, estaba visitando a la familia de mi esposo: su madre Margaret, su hermana Linda y el hijo de seis años de Linda, Ryan. Mi esposo Daniel había salido un momento para hacer un mandado, prometiendo que volvería en menos de una hora.

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