Quinceañera DESAPARECIÓ en su fiesta — 8 años después hallaron su tiara en el sótano del tío – Recette
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Quinceañera DESAPARECIÓ en su fiesta — 8 años después hallaron su tiara en el sótano del tío

Con una población de aproximadamente 400,000 habitantes en 2014, la ciudad combinaba áreas residenciales tranquilas con zonas comerciales bulliciosas. El clima cálido durante todo el año y sus jardines floridos hacían de Cuernavaca, un lugar ideal para celebraciones al aire libre. La familia Ruiz vivía en la colonia Lomas de Atzingo, un vecindario de clase media alta en el norte de Cuernavaca. Eran una familia conocida en la zona.

El padre Javier Ruiz, de 48 años, administraba una ferretería exitosa en el centro de la ciudad que había heredado de su padre. La madre Patricia Sandoval de Ruiz, de 45 años, trabajaba como contadora en un despacho local. Tenían tres hijos, Valentina, la mayor, que acababa de cumplir 15 años, Sebastián de 12 y la pequeña Camila de 7. Valentina era una estudiante destacada en la secundaria técnica número 18.

Sus profesores la describían como responsable, dedicada y con una madurez poco común para su edad. Le apasionaba la literatura, especialmente la poesía de Sor Juana Inés de la Cruz, y soñaba con estudiar letras hispánicas en la UNAM. era alta para su edad, con el cabello castaño oscuro que le llegaba hasta la cintura, ojos color miel y una sonrisa que, según su abuela, iluminaba cualquier habitación.

No era particularmente extrovertida. Prefería grupos pequeños de amigos cercanos a las grandes multitudes, lo que hacía que la magnitud de su fiesta de 15 años la pusiera un poco nerviosa. La familia Ruiz era unida, pero como todas las familias, tenía sus complejidades.

Javier era un hombre trabajador, pero de carácter fuerte que a veces esperaba demasiado de sus hijos. Patricia era más suave en su trato, pero también más distante emocionalmente, absorta en su trabajo y en mantener las apariencias sociales. Valentina había aprendido desde pequeña a ser la hija perfecta, buenas calificaciones, comportamiento ejemplar, nunca causar problemas.

Pero esa presión constante había comenzado a apesarle. Roberto Ruiz, el hermano menor de Javier, era una presencia constante en la vida de la familia. A sus años, Roberto nunca se había casado y vivía solo en una casa modesta en la colonia Acapanczingo, a unos 20 minutos de la casa de su hermano.

Trabajaba como técnico en instalaciones eléctricas, un oficio que había aprendido cuando decidió no continuar sus estudios universitarios. Era el tío divertido, el que siempre traía dulces para los niños, el que contaba chistes en las reuniones familiares. Valentina lo apreciaba genuinamente. Roberto había sido quien le enseñó a andar en bicicleta cuando tenía 6 años, quien le regalaba libros en cada cumpleaños, quien escuchaba pacientemente sus problemas cuando sentía que no podía hablar con sus padres. La casa de Roberto era peculiar.

La había comprado en 2008, una construcción de dos plantas con un sótano poco común en esa zona de Cuernavaca, donde la mayoría de las casas no tenían sótanos debido al clima y la composición del suelo. El sótano había sido agregado por el dueño anterior, un ingeniero que lo usaba como taller. Roberto lo había convertido en su espacio personal.

Allí tenía su colección de herramientas, una pequeña mesa de trabajo y cajas con recuerdos familiares que nunca terminaba de organizar. Casi nadie bajaba ahí, ni siquiera durante las visitas familiares. Los meses previos a noviembre de 2014 habían sido difíciles para Valentina. Aunque no lo comentaba abiertamente, sus amigas más cercanas, Daniela y Fernanda, notaban cambios en ella. Estaba más callada que de costumbre.

A veces la encontraban con la mirada perdida en clase. Cuando le preguntaban qué le pasaba, Valentina sonreía y decía que solo estaba cansada por los exámenes. Pero había algo más. En su diario que la policía encontraría después. Había entradas que sugerían una creciente ansiedad sobre su futuro, sobre las expectativas que sentía de todos lados, sobre sentirse atrapada en una vida que otros habían diseñado para ella. La decisión de hacer una gran fiesta de 15 años no había sido de Valentina.

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